Mientras Túnez intenta regresar a la normalidad con un nuevo gobierno de coalición, luego de tiroteos entre el ejército y partidarios del ex presidente refugiado en Arabia Saudita, protestas similares se registraron en varios países del mundo árabe. El motivo de las manifestaciones son la censura y la crisis económica que afecta a las clases medias y bajas. Pero, el mayor temor de Israel es que se despierte el islamismo extremo latente, que ha sido reprimido por los gobiernos árabes afines a Occidente.

Los líderes interinos de Túnez afirmaron que tienen la esperanza de que un nuevo gobierno contribuya a estabilizar a su país, que ha sido escenario de enfrentamientos armados entre facciones, saqueos y violentos ajustes de cuentas después del derrocamiento de su presidente autoritario.
El centro de la capital tunecina parecía estar en calma, durante la noche, pese a versiones no confirmadas de que se habían producido arrestos o asesinatos de pistoleros señalados de ser los autores de tiroteos desde que el presidente autocrático Zine El Abidine Ben Ali se fugó el viernes.
El primer ministro Mohamed Ghannouchi indicó que un nuevo gobierno de unidad, que está por ser presentado en las próximas horas, incluirá por primera vez a miembros de la oposición.
"El nuevo gobierno estará integrado por representantes del movimiento Ettajdid, del PDP, del Frente Democrático para el Trabajo y las Libertades (FDTL), así como por personalidades independientes, explicó Maya Jribi, secretaria general del Partido Democrático Progresista (PDP), la oposición legal más radical en Túnez.
También incluirá a ex miembros del gabinete de Ben Alí considerados tecnócratas relativamente apolíticos, tales como el primer ministro, de quien se afirma que no fue responsable de los aspectos más represivos del régimen autoritario que dirigió Túnez durante 23 años, según otro opositor que requirió permanecer en el anonimato.
Este gobierno tendrá a su cargo la organización, en un plazo máximo de dos meses, de elecciones legislativas y presidenciales "libres y transparentes" bajo supervisión de una comisión independiente y de observadores internacionales.
LA TENSIÓN SE EXTIENDE POR EL MUNDO ÁRABE
La inquietud aumentó en Medio Oriente tras la caída del presidente tunecino, dado que los gobiernos temen que reine el caos en el país, mientras que las oposiciones de los distintos países de la región llaman a inspirarse en este levantamiento popular, expresando su deseo de que haya un contagio de la situación tunecina.
En Jordania, el Frente de la Acción Islámica (FAI) llamó a "todos los regímenes árabes a reexaminar sus políticas". "La tiranía es el principal problema del mundo árabe", insistió el FAI, que organizó con los Hermanos Musulmanes, sindicatos y partidos de izquierda una manifestación ante el Parlamento el domingo por la tarde para "denunciar la política económica del gobierno".
En tanto, unos tres mil sindicalistas, islamistas y miembros de partidos de izquierda participaron en la protesta ante el Parlamento jordano en Ammán contra la inflación y la política económica del gobierno de Jordania. "En Jordania sufrimos los mismos males que afectaron a Túnez y debemos poner fin a la opresión, así como a los obstáculos a las libertades y a la voluntad del pueblo", afirmó el jefe de los Hermanos Musulmanes, Hamam Said, en un discurso. Después de elogiar a los tunecinos, que "se liberaron de su dictador", Said destacó que el pueblo jordano "no aceptará pasar hambre".
Diputados de la oposición kuwaití saludaron "el valor del pueblo tunecino" y advirtieron que numerosos regímenes están amenazados. "Todos los regímenes que oprimen a sus pueblos y luchan contra la identidad árabe-islámica tendrán el mismo destino", declaró el diputado islamista Walid al-Tabtabaï.
"Es una lección para todos los pueblos de la región", aseguró el diputado Ahmad al-Saadoun, veterano de la vida parlamentaria. Hasta en Sudán, Mubarak al-Fadil, uno de los dirigentes de la oposición, afirmó que el país está "listo para el levantamiento popular".
En Yemen, mil estudiantes manifestaron en la capital Sanaa, y llamaron a los pueblos árabes a levantarse contra sus dirigentes al grito de: "Túnez de la libertad, Sanaa te saluda mil veces".
Para Siria e Irán, los problemas de Ben Alí son también una advertencia para Occidente. El presidente del Parlamento iraní, Ali Larijani, ironizó sobre las declaraciones occidentales de solidaridad: "Los países que sustentaban la tiranía se muestran ahora complacientes. Muchos países deberían ahora aprender la lección de que las superpotencias no los apoyarán en caso de dificultades".
EL TEMOR AL CONTAGIO
En Abu Dhabi, el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos exhortó a los tunecinos a mostrar "cohesión, preservar su unidad y evitar todo lo que pueda afectar la seguridad y la estabilidad" de su país.
Por su parte, la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) expresó su solidaridad y exhortó a Túnez a "preservar la seguridad y la estabilidad". Mientras, el gobierno kuwaití llamó a "un consenso nacional para que prevalezcan los intereses nacionales y evitar el caos".
Para Israel, ese caos en Túnez beneficiará a los islamistas. "Ahora hay mucho temor de que los movimientos islamistas, que hasta ahora estaban fuera de la ley, regresen" con fuerza, declaró el ministro israelí de Desarrollo regional, Sylvan Shalom. "La región donde vivimos es inestable", insistió el Primer ministro Benjamin Netanyahu, mientras numerosos árabes están confrontados, como los tunecinos, a dificultades económicas y a un régimen autoritario.
MÁS INMOLACIONES
Un hombre se prendió fuego ante la sede de la Asamblea del Pueblo en El Cairo, Egipto, un gesto que recuerda el suicidio de un joven tunecino, que hace un mes desencadenó la revuelta en Túnez. El hombre se roció el cuerpo con nafta y luego se prendió fuego. La policía intervino para apagar las llamas y una ambulancia transportó al hombre hacia un hospital.
Asimismo, un argelino de 37 años que se había quemado a lo bonzo frente a una alcaldía de la región argelina de Tebessa, cerca de la frontera con Túnez, adonde había ido a pedir un empleo, murió a raíz de sus quemaduras, informó su familia. Mohcin Bouterfif, 37 años, murió en el servicio de quemaduras del hospital Ibn Rochd Annaba, donde había sido ingresado la víspera.
El 17 de diciembre, un vendedor ambulante tunecino de 26 años, Mohamed Buazizi, se había prendido fuego para protestar contra la confiscación de su mercancía por la policía, gesto que desencadenó una ola de manifestaciones que culminó con la caída del presidente Zine El Abidine Ben Alí. Según expertos, se trata del primer dirigente de un país árabe en dejar el poder bajo la presión del pueblo.
Los efectos del contagio en el mundo árabe de la “rebelión de los jazmines”, como llaman a la crisis tunecina, se pueden percibir como parte del mismo proceso, pero las diferencias entre Túnez y otros países de la región es bastante profunda.
Los ciudadanos tunecinos, con un mayor acceso a la educación superior que sus vecinos de Argelia y Egipto, se sienten frustrados por la incapacidad de alcanzar puestos de trabajo que alberguen a la cantidad de profesionales que hay en el país. Esta revuelta no está relacionada con la religión, dado que la sociedad tunecina es una de las menos conservadoras del mundo musulmán.
No sucede así en Argelia y Egipto, cuyo nivel educativo es mucho menor y la proliferación de corrientes extremas del Islam son una amenaza para los gobiernos autocráticos ya establecidos.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han ayudado a establecer gobiernos dictatoriales laicos en Medio Oriente, antes de que se desarrollen democracias islámicas. Es más funcional el gobierno de Hosni Mubarak a los intereses occidentales, que los Hermanos Musulmanes, una facción política islamista censurada, muy cercana al Hamas palestino. Cuanto mayor es la represión del gobierno de Mubarak, más radical se vuelve la oposición religiosa, lo que produce un efecto peligroso en una sociedad oprimida que ve en el extremismo la única vía de escape.
Casualmente, días antes de la revuelta en Túnez, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton visitó el país del norte de África, y alertó a todo el mundo árabe acerca de que permitiera la inclusión de partidos políticos opositores para evitar que “otros llenen el vacío”, en referencia al extremismo religioso.
Pero, la gira de Hillary por Túnez y los países del Golfo tuvo como objetivo formar un frente común para presionar al gobierno teocrático de Irán, con lo que en definitiva demuestra que mantiene estrechas alianzas con las dictaduras árabes, al financiarlas y proveerles de armas.
Es posible que el nuevo gobierno de Túnez continúe con las mismas políticas represivas que el de Ben Alí y que mantenga su alianza con Occidente, dado que cuando Europa apoyó la democracia en Argelia a comienzos de la década del noventa, los islamistas llegaron al poder. Por eso, es improbable que Occidente apoye una democracia verdadera en este país.
Pero, Túnez es diferente a Argelia. En Argelia las protestas tienen como origen la pésima distribución de las ganancias por el gas, siendo que este país abastece al sur de Europa.
Por ahora es improbable un estallido religioso, dado que esta rebelión con características diferentes en cada país tiene otros denominadores comunes: el hambre, la falta de oportunidades y la carencia de libertad. Pero, ese es el principal terreno fértil en el que siembran los islamistas para extender el fanatismo en la región. Por eso, Occidente debería ejercer una mayor presión para que se establezca en el mundo árabe una mayor democracia.
Sin embargo, esto es muy improbable, puesto que podrían acceder al poder gobiernos antioccidentales o de tendencias religiosas, que pondrían en peligro la alianza contra Irán y las buenas relaciones que la mayoría de los países árabes mantienen con Israel.
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