Cuando se habla de superfluo, espectacular, hermoso; se habla de vanidad y ese es el tema que ocupa el momento que escogemos para formular las ideas, mediante reflexiones que exponemos para compartir con quien se ha hecho seguidor amigo o visitante de la plataforma web., que sirve de vitrina para la exhibición del pensamiento sociopolítico que ocurre con una visión filosófica.
La vanidad como tal, se inicia por calificarla, como la forma externa de lo humano, que en su esplendor, se muestra con categoría de excelso, sin impactar lo que hace contraste para resaltar.
Ahí lo vanidoso, que lo codicia para resaltar entre lo bello y hermoso de un ambiente selecto, que desprecia la diferencia del romanticismo, con que se hace la selección.
La vanidad se le engendra a las actitudes femeninas ante lo sublime de la existencia, pero ella viene a cubrir la expresión romántica del planteamiento de vida social, mientras que lo varonil, expone en el perfeccionismo escultural al mismo tiempo; la selección del atractivo femenino, para granjearse el reconocimiento entre lo estupendo.
Aunque, en la construcción del ser vanidoso, el hombre género; hembra o macho, expresan la sexualidad en la escogencia del ambiente social, para así; entre lazados por el confort; la delicadeza del acabado, hace lujoso el ambiente de la relación.
Así ha sido el hombre género para conseguir el placer en la vida vana, que exalta de lo exquisito de la vanidad, para entre ello, mezclarse como parte de la perfección que hace el romanticismo con que se entrega la vanidad.
Esa normalidad distorsionada por la ambición del hombre, construye el ambiente vanidoso de cohabitación, que hace en la relación social, una errónea diferencia conceptual de la calidad de vida; porque ella está sujeta a la funcionalidad, mientras que lo vanidoso categoriza la calidad para aceptar la viabilidad.
La vanidad fue en tiempos remotos, lo excelso de la cultura, porque denotaba sabiduría y su delicadeza adornaba la placidez de lo esplendido del planteamiento artístico o arquitectónico.
Pero el afán del hombre género por rivalizar, desde momentos históricos hasta el presente; interpuso la posesión de la vanidad, cómo la expresión de poder para el dominio étnico y así; en la actualidad, lo vanidoso ha impulsado la discriminación de la vanidad, aun siendo ella; lo máximo de la realización práctica de la obra humana en la existencia social y la orientadora del pensamiento del hombre.