Longevidad y transformación de los cuerpos

Depende de la identificación de la manzana del Edén

La humanidad, de acuerdo a la historia bíblica conoció el reloj biológico, con el instante en que Adán Y Eva consumieron la manzana prohibida del Edén. Axioma que recojo de la Dr. Deepak Chopra. en la interpretación de su libro: cuerpo sin edad, mentes sin tiempo.

Porque según, en lo adelante del hecho histórico, lo infinito del ambiente en el cual se desarrollaban, fue impactado y limitado al no tiempo de la permanencia carnal en el mundo atemporal universal.

Así, la humanidad consiguió un génesis atemporal y de fricción para desarrollarse entre todo elemento atemporal del universo.

Con lo que se generó un hábitat en una naturaleza indefinida y caracterizada por un ambiente que contiene elementos oxidantes de la energía vital; que hoy reconocemos como envejecimiento y transformación de los cuerpos.

Es decir; a partir del momento pecaminoso de Adán y Eva, la vida existe con un lapso de tiempo regido por el mundo atemporal y el mismo está fijado, en la naturaleza de cada elemento en su especie.       

Siendo los humanos, los de mayor longevidad ante la gama de elementos de vida evolucionada de la naturaleza, pero con la propiedad de modificar las ordenes genéticas de crecimiento, con el solo hecho de entender internalizada mente el cambio del previo aprendizaje.

De esa forma, la vida cronológica del hombre ha transcendido, siendo ahora entre 60 y 120 años, aunque muchas consideraciones al respecto, hacen fascinante la experiencia humana en el mundo atemporal.

Vale decir; si tomamos, qué el criterio tiempo absoluto del universo. Lo superó la humanidad, mediantes hallazgos a partir de los enunciados de Albert Einstein.

Porque la vida eterna, solo es posible en un ambiente sin modificación, ni cambio, como el que define el Edén.

Por lo que toda transformación es un cambio en el mundo atemporal y el envejecimiento de los cuerpos, el proceso de transformación del cambio natural.

En tal sentido; mediante el nuevo paradigma; que establece el no tiempo del mundo atemporal, el reconocimiento de la limitante de la aceleración en el espacio, expresada en la relatividad especial de Einstein, hace el surgimiento de tendencias a fortalecer una realidad ilusoria, respecto a la inmortalidad de los cuerpos en el mundo atemporal, mediante el camino genetista, en la cual; hasta ahora, se vislumbra, un cierto acercamiento con la ubicación y determinación de un gen que tiene como función el crecimiento celular; que son afectados por hormonas oxidantes en la evolución natural, denominados; radicales libre.  

Con lo que en los cuerpos se promueve, la activación genética, en razón de prevalecer la existencia, en sacrificio, de un gran número de células destinadas al respecto, con el objeto de proteger la naturaleza celular en desarrollo.

Pero este condicionamiento químico, físico celular del cuerpo, está orientado, por una voluntad energética espiritual que dirige el proceso evolutivo entrópico; desde los centros energéticos mentales y emocionales, cómo, motores del orden armónico de lo externo e interno de la relación de vida.

Porque en la naturaleza nada conspira contra lo existente.

Ya que el principio único del todo, lo conlleva a la unidad universal y por tanto; a la entropía, como sistema natural.

Porque el mundo atemporal, en la que los cuerpos se relacionan para el conocimiento consiente, existen desordenes provocados por el desequilibrio en la relación de vida y ellos, activan los sistemas de protección natural como la entropía; qué en el terreno del viaje sideral atómico de los cuerpos, la información energética; por alteración, no es considerada por el desarrollo evolutivo y ello genera un proceso de reconversión celular entrópico o envejecimiento como proceso de transformación del elemento del Edén en la naturaleza atemporal.

Por lo que se debe activar la voluntad energética espiritual natural en los centros mentales y emocionales, para el orden armónico del interno y externo del hábitat en la que se desenvuelve la relación de vida y por ende, la identificación de la manzana del Edén.